HACIA UNA PSICOLOGÍA DEL ÉXITO
A estas alturas, ya debes saber que no existe una definición unívoca acerca de lo que es el éxito: cada persona tiene una visión, una misión y una táctica diferente con relación a lo que consideran triunfar en la vida. Para algunos, tener éxito consiste en disponer de una economía saneada que les permita adquirir determinados bienes materiales o mantener un determinado estatus. Para otros, estriba en obtener prestigio o reconocimiento social, ejercer la profesión de sus sueños, poseer una robusta salud o construir la familia deseada. Lo cierto es que, entre la maraña de testimonios que pretenden ilustrarnos con singulares recetas o los remedios milagrosos acerca de cómo alcanzar la felicidad en una semana, cada vez resulta más complejo entender en qué consiste exactamente la mentalidad ganadora. A continuación, recogemos algunos de los rasgos psicológicos que caracterizan a las personas que han alcanzado el éxito en algún ámbito de su vida.
- Suelen conocerse bien a sí mismas: hoy sabemos, por ejemplo, que el cociente intelectual y el talento son importantes pero insuficientes por sí mismos y que el interior de las personas se compone de numerosos claros y oscuros. No obstante, aquellos que se atreven a profundizar en su verdadera esencia, mantienen una clara ventaja respecto de aquellos que permanecen ignorantes de sus gustos, sus motivaciones reales, sus valores, su personalidad, sus habilidades, sus virtudes y fortalezas o sus áreas de mejora.
- Se dedican a aquello que verdaderamente les gusta o les apasiona: para alcanzar el éxito no sirve consagrar nuestra vida a algo que nos deje indiferentes o que apenas nos emocione. En este sentido la psicología del éxito entronca con la felicidad. Sólo cuando hacemos aquello que nos hace vibrar, somos capaces de fluir y experimentamos la sensación de acercarnos a nuestra auténtica misión, obteniendo grandes dosis de sentido vital.
- Son capaces de definir de una forma clara, concreta y operativa sus metas: la mayor parte de los triunfadores son conscientes de que, para alcanzar sus sueños, es necesario llevar a cabo un ejercicio de concreción. También suelen dividir las grandes metas en pequeños objetivos alcanzables que conduzcan al éxito final. Efectivamente para ser exitosos, además de tener destreza, es fundamental basarse en una estrategia consciente y bien delimitada que guíe nuestros pasos. El éxito raramente sobreviene si las personas no sabemos exactamente a dónde queremos dirigirnos.
- Se muestran tenaces: en este sentido el efecto actitud, unido a la constancia y a una cultura del esfuerzo, aumenta las probabilidades de obtener lo que más deseamos. El conocido pintor Pablo Picasso solía decir que para cuando le llegara la inspiración, le encontrara trabajando. Además, existen numerosas investigaciones que concluyen que valoramos mucho más aquellos triunfos que obtenemos por nosotros mismos con esfuerzo, que aquellos que nos regalan o atribuimos al azar.
- Actúan de forma resiliente ante los diferentes embates de la vida: entender que las dificultades y las desviaciones respecto de nuestros planes, forman parte del propio juego vital habla de una psicología sana. Ya no es tanto que no se produzcan conflictos como nuestra forma de reaccionar frente a ellos. Las personas exitosas experimentan los mismos problemas que todo el mundo, pero suelen recuperarse emocionalmente de ellos antes que la mayoría. En este sentido, consideran los fracasos como pequeños aprendizajes que incorporar a su repertorio personal futuro.
- Gozan de una importante red social de apoyo: la ciencia ha demostrado que aquellas personas que cuentan con relaciones personales sólidas y recíprocas disponen de mayores recursos para hacer frente a aquello que se propongan a corto, medio y largo plazo. Hay un refrán africano que afirma: "si quieres ir rápido, ve sólo. Si quieres llegar lejos, ve acompañado". En el mundo de los negocios, por ejemplo, el networking es una herramienta fundamental para alcanzar el éxito tanto profesional como empresarial.
- Emplean la creatividad de manera habitual: en un mundo tan global y sobresaturado como el que vivimos, tener la capacidad de practicar una óptica divergente es una baza de gran utilidad. A veces, basta con volver atentamente sobre lo antiguo para descubrir un nuevo prisma. Otras, es preciso comenzar a construir desde cero siendo más disruptivos, venciendo nuestros miedos, hábitos y querencias. Sólo aquellos que se atreven a adentrarse más allá, arriesgándose, incrementan su probabilidad de recibir el retorno esperado.
La Casa de la Psicología Positiva